La Iglesia nos ofrece algo impagable. De hecho, ninguno de nosotros podría jamás compensar la fuerza, la paz, la luz y el verdadero sentido de la vida que recibimos de Dios a través de la Iglesia por medio de la comunidad cristiana, en los sacramentos, la formación, la ayuda espiritual, etc..

Estos dones nos colocan en permanente e impagable deuda con nuestra Madre la Iglesia, al igual que lo estamos con nuestra la madre terrena, que nos regala su amor, sus cuidados y desvelos de manera incondicional.

Pero que nuestra deuda sea impagable no significa que estemos dispensados del natural agradecimiento según nuestras posibilidades. Por eso, cada uno tiene que plantearse sinceramente: ¿Qué puedo hacer por nuestra Madre la Iglesia?

Evidentemente, la Iglesia necesita nuestras oraciones, nuestros sacrificios, nuestra implicación personal, nuestro trabajo…; pero también, nuestra aportación económica. Porque la Iglesia es un misterio de comunión espiritual, pero también es una realidad material que necesita recursos materiales para llevar a cabo su misión de transmitir el Evangelio. Y, ¿de dónde saca esos recursos?; pues, principalmente, de los que la componen, que somos nosotros.

Nuestra parroquia tiene muchas necesidades materiales, pero también cuenta con una colaboración totalmente desinteresada de muchos voluntarios. Gracias a esas colaboraciones y a la generosidad económicas de muchos miembros de nuestra comunidad podemos hacer frente a los gastos cotidianos.

Colaborar con nuestra parroquia, como la célula eclesial que pone a nuestro servicio los auxilios de la gracia, es una obligación de todo cristiano. Una obligación para todos, que luego hay que concretar en conciencia, personalmente cada uno, según su situación y sus posibilidades. Como diría san Pablo: »Si hay buena voluntad se le agradece (a uno) lo que tiene, no lo que no tiene. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces» (2Cor 8,12-13). Las diferencias de situación entre ls personas pueden ser muy grandes, por eso que cada debe vee la manera concreta en la que puede colaborar con su parroquia, con responsabilidad pero sin agobios; porque Dios no quiere nuestras cosas sino a nosotros

Para aquellos que se plantean esa colaboración económica, sea cual sea el importe de la misma, sugerimos los siguientes posibles cauces:

Aportaciones directas entregadas en mano o ingresadas en la cuenta de la parroquia: IBAN: ES36 0075 0240 1406 0056 7722.

Ingresos por BIZUM al #09590, con el Alias: Merced

Suscripciones de donación periódica mediante una ficha que puede descargar aquí en PDF.

Para desgravar en la próxima declaración de la renta un porcentaje de sus donativos, envíenos al contacto de esta página el justificante de su ingreso bancario o transferencia, su nombre, su número de NIF y su dirección completa, para poderle enviar el recibo de su donación.

Aportaciones y suscripciones a través de la web de la Conferencia Episcopal Dono a mi Iglesia. A través de esa página puede hacer donaciones seguras a su parroquia, a su diócesis o a la Conferencia episcopal española.

Si quiere conocer bien las cuentas y todos los aspectos económicos de la actividad de la Iglesia en España, entre en la página Xtantos de la Conferencia Episcopal Española, donde puede encontrar una visión más veraz de la economía de la Iglesia que la que aparece en algunos medios de comunicación.