Cada vez hay más personas adultas que no han recibido el bautismo y desean seguir a Jesucristo como verdaderos discípulos suyos, para lo cual deben recibir el bautismo que los hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia.

La iniciación cristiana es el proceso gradual de formación en la fe y los sacramentos para convertirse en un miembro pleno de la Iglesia Católica. Se realiza a través de tres sacramentos: Bautismo, Confirmación y Eucaristía, que, unidos, dan la plenitud de la vida cristiana.

Se trata de un proceso que es fruto, principalmente, de una acción de Dios, pero que también requiere la respuesta libre del creyente, guiado por la comunidad cristiana. Ambas realidades se unen en la preparación y recepción de los tres sacramentos de la iniciación cristiana:

  • Bautismo: Es el inicio de la vida nueva en Cristo, el renacimiento en el que se perdonan los pecados y se recibe la gracia santificante, conviritiendo a la persona en hijo de Dios e incorporándolo en la Iglesia. 
  • Confirmación: Es el sacramento por el que se recibie la efusión del Espíritu Santo, que fortalece y afianza lo recibido en el bautismo, permitiendo al cristiano crecer en la fe y en la identificación con la vida de Jesús. 
  • Eucaristía: Es la culminación de la iniciación cristiana, ya que alimenta al creyente con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para su transformación y participación plena en el sacrificio del Señor. 

Aquellas personas de nuestra parroquia que, no habiendo sido bautizadas, quieran recibir los sacramentos que los incorporan a Cristo y a su Iglesia pueden ponerse en contacto con el párroco para establecer el plan concreto con el que iniciar el proceso de la iniciación cristiana.